Fontaine Gaillon: flamante renacimiento de una joya gastronómica parisina
A tiro de piedra de la Ópera, uno de los monumentos más emblemáticos de la Margen Derecha va a cobrar nueva vida. Respaldada por una de las fuentes más bellas de París, la Fontaine Gaillon recuperará su antiguo esplendor en 2025 gracias a la visión de Guillaume Bénard y Fitz Group. Ya responsable de direcciones como Vesper y Hollywood Savoy, el grupo está transformando este lugar patrimonial en un restaurante epicúreo decididamente contemporáneo, sin renegar de su pasado.
Historia del arte de vivir francés
Construida en 1672 por Jules-Édouard Mansart, esta mansión privada fue sucesivamente la residencia de una princesa, de un duque y luego de un público fiel a su mesa burguesa. De Zola a Depardieu, la Fontaine Gaillon siempre ha cautivado la imaginación de los parisinos. Hoy, la chef Marie-Victorine Manoa toma el relevo. Formada en el Noma de Copenhague y en el Eleven Madison Park de Nueva York, ha optado por volver a sus orígenes, con su cocina descarada, sus raíces francesas y su enfoque sincero.
Cocina clásica actualizada
¿La promesa? Refrescar la tradición. Los caracoles de Borgoña se sirven junto a una fina terrina de foie gras y un magnífico crudo de rabo amarillo de temporada. En cuanto al plato principal, te encantarán los liguines con caviar (cuya generosidad te encantará) o el rodaballo nacarado, con su juego de acidez y amargor. El chef trastoca sutilmente las reglas. Las verduras están en el centro del plato, sin excluir nunca los fundamentos de la «buena cocina». Sería una pena perderse un postre, especialmente la tarta tatin, una de las mejores de París.
Lejos del folclore, esta nueva Fontaine Gaillon celebra la memoria culinaria francesa en una versión más ligera y comprometida, que respeta las estaciones y los canales cortos de distribución, en consonancia con el enfoque Ecotable adoptado por Fitz Group.
Una atmósfera de tenue elegancia y hedonismo
El escenario, diseñado por el arquitecto de interiores madrileño Lázaro Rosa-Violán, logra un equilibrio entre el esplendor parisino y la decoración atrevida. Suelos de mármol, paneles de madera, terciopelo, espejos y cerámica verde: un marco discreto para cenas prolongadas, donde se reúnen periodistas, galeristas y refinados noctámbulos.
Con sus cinco salones privados, sus alcobas confidenciales, su íntimo bar de cócteles y, por supuesto, su ultrarromántica terraza de 50 cubiertos, Fontaine Gaillon forma parte de un París hambriento de convivencia, historias gastronómicas y lugares sinceros.
Una mesa burguesa acorde con los tiempos
Fontaine Gaillon no pretende sorprender, sino conciliar el patrimonio y el deseo de renovación. El comedor cobra vida por la mañana, se transforma a la hora de comer y se anima por la noche. El servicio es esmerado pero nunca rígido. La gente viene aquí tanto a celebrar como a pasear. A imagen de la cocina de Marie-Victorine Manoa, de alta costura, instintiva y profundamente humana, el renacimiento de Gaillon marca una nueva era para los grandes restaurantes parisinos: más viva, más verde, más libre.
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