Por qué Longchamp está transformando su boutique de Nueva York en una experiencia total
El lujo ya no puede venderse: debe experimentarse. Ése es el reto que Longchamp ha aceptado al reabrir su icónica boutique del SoHo, transformada en un espacio envolvente en la encrucijada del diseño y la experiencia sensorial.
Una metamorfosis orquestada por Thomas Heatherwick
Diecinueve años después de su apertura, el buque insignia de Longchamp en Nueva York, en el 132 de Spring Street, ha renacido bajo la dirección del diseñador británico Thomas Heatherwick, que ya era responsable del concepto inicial. Rebautizada Maison Unique, la tienda se ha convertido en un escaparate emocional, concebido como un manifiesto contra la compra funcional.
¿El corazón del lugar? Una espectacular escalera en cascada, ahora vestida de un verde ácido, que llama la atención desde el momento en que entras. En la primera planta, unas alfombras en espiral trepan por las columnas, como una prolongación táctil del suelo al techo. Las referencias parisinas puntúan el espacio: un sofá de media luna de Raphaël Raffel, sillas Fermob que evocan los jardines de Luxemburgo.
Cuando el comercio se convierte en un teatro de emociones
“El comercio minorista se reinventa en torno a la emoción”, afirma Jean Cassegrain, Presidente de Longchamp. Y no es casualidad que esta transformación esté teniendo lugar en Nueva York, que se ha convertido en el nuevo laboratorio de las experiencias minoristas. Jacquemus ya ha imaginado una escapada provenzal, Lacoste un buque insignia monumental y Printemps una concept store vanguardista. Longchamp, con Maison Unique, no sigue la tendencia: la ilustra.
Un mercado estratégico y de gran potencial
Este ambicioso rediseño es algo más que estética: va de la mano de una clara estrategia de conquista. Estados Unidos representa ya casi el 10% de las ventas de la marca, con un crecimiento récord del +27% en 2024. Globalmente, Longchamp ha registrado un crecimiento del +20%, impulsado en particular por este dinamismo americano.
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