Le Cornichon: el nuevo café de barrio que devuelve a la gente las ganas de salir en París
En el distrito 11 de París, Le Cornichon se ha consolidado como un local contemporáneo a la antigua usanza. Con su cocina burguesa revisitada, su decoración retro y su ambiente intergeneracional, es un café al que volverás una y otra vez. Y a menudo.
En el cruce de la rue des Goncourt y el más espontáneo de los estilos de vida parisinos, Le Cornichon es una dirección como ninguna otra. Inaugurado en 2024 por Bertrand Chauveau (anteriormente de Jean-François Piège y David Toutain) y Paul Henri (antiguo ejecutivo de H&M reconvertido en propietario de un bistró), este nuevo café contemporáneo de barrio logra una rara proeza: combinar autenticidad y modernidad, sin caer en la caricatura bistronómica ni en el folclore parisino exagerado.
Una decoración retro, diseñada como homenaje al bistró
El espacio fue diseñado por Laure Gravier y Soizic Fougeront (agencia Claves), con un espíritu deliberadamente nostálgico. Bancos de skai verde, volutas de humo pintadas en las paredes, muebles antiguos, cromo patinado… Nada se deja al azar. Recuerda a los cafés de los archivos del INA y a las PMU rurales de antaño, pero sin el polvo ni la miseria. El resultado es cálido, vivo, casi cinematográfico.
Y con 70 plazas en el comedor y 20 en la terraza, Le Cornichon se adapta a cualquier hora del día, o de la noche.
Desde el desayuno hasta el último cóctel
El día empieza suavemente con desayunos sencillos y eficaces: tostadas con mermelada casera, huevos pasados por agua, café caliente servido en el mostrador. Es retro en el mejor sentido de la palabra, y va a contracorriente del brunch ultramercantilizado que se ha convertido en norma en París.
A la hora de comer, hay un menú semanal, diseñado como una cantina ideal. Por 22 €, tienes un entrante, un plato principal y un postre, que incluye zanahorias ralladas, estofado de col y mousse de chocolate, o los viernes, pescado empanado casero y ensalada de col blanca. Fresco, sencillo y bien ejecutado, el restaurante ya se ha ganado la fidelidad de su clientela local.
Por la noche, el local se desplaza lentamente hacia el aperitivo, con copas de vino mezcladas con máquinas de pinball y cócteles. A las 10 de la noche, se apagan las luces, sube la música y Le Cornichon se convierte en lo que siempre ha querido ser: un lugar de paso tanto como de destino. Te cruzarás con vecinos jóvenes, parejas recién salidas del teatro o grupos de cuarentones compartiendo un filete de costilla y patatas fritas caseras.
Cocina estilo bistró que abraza sus clásicos
Aquí no hay conceptos importados ni escaparates: trabajamos con productos franceses, sin énfasis ni nostalgia. El chef Bertrand Chauveau inyecta un toque de técnica aprendida de los grandes, pero siempre al servicio del sabor. Los tournedos frites ya tienen seguidores de culto, los langostinos del cóctel del fin de semana tienen un sabor decididamente retro-chic, y la muselina de calabaza endulza sutilmente el medio pollo asado del domingo.
Incluso la carta de postres es un homenaje a nuestra herencia: mousse de chocolate, copas de helado, todo sin pretensiones pero preciso.
Un lugar para vivir, más que un restaurante
Pero Le Cornichon también es un espacio de vida. Puedes jugar al pinball, probar suerte con las tarjetas rasca y gana, quedar después del trabajo o para empezar la noche. La Française des Jeux, las postales giratorias, los cócteles clásicos (Negroni, Dirty Martini, Old Fashioned…), todo forma parte de un imaginario popular puesto al día.
Y si este lugar es tan popular, quizá sea porque no intenta ser perfecto, sino sincero. Un lugar donde puedes comer solo, volver los sábados en pareja o terminar la velada con una copa nocturna.
Un modelo de café parisino de nueva generación
Le Cornichon reaviva una cierta idea de la convivencia parisina. Lejos de las neobraserías formateadas, ofrece una alternativa de calidad, accesible y acogedora, con un auténtico ambiente de barrio.
Una apuesta acertada para estos dos amigos de la infancia, que han sabido combinar las exigencias de la gastronomía con el instinto del bistró. En 2025, en un París saturado de conceptos, Le Cornichon destaca como un refugio auténtico, pensado para durar.
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