La Réserve de Beaulieu: la dirección legendaria de la Costa Azul, el lugar ideal para prolongar tu verano
Frente al Mediterráneo, entre cielo y silencio, La Réserve de Beaulieu ofrece uno de los refugios más bellos de la Costa Azul.
Hay lugares que te atrapan en cuanto cruzas el umbral. Lugares apartados, donde el lujo no es algo de lo que se hace alarde, sino algo que se percibe en la mirada, en la luz, en la ausencia de ruido. La Réserve de Beaulieu es un lugar así. Aquí llegas tenso y te vas transformado. Este discreto palacio junto al agua cuenta una historia diferente de elegancia. Un arte de vivir que se toma su tiempo. Y tú también te tomarás tu tiempo.
Una villa rosa en el fin del mundo
Nada más llegar, te impresiona la calma. El chapoteo de las olas, las mimosas en flor, la cálida piedra bajo tus pies. Emerge la fachada rosa empolvada, rematada con elaborados balcones. Una villa florentina enclavada entre Niza y Mónaco, milagrosamente asomada al mar. La entrada es silenciosa y poco ostentosa. El personal te saluda por tu nombre, con una sonrisa sincera. Todo fluye con suavidad. Vas directamente a tu habitación, y ya, desde el balcón, el mar te llama.
Las 39 habitaciones, suites y villas han sido completamente rediseñadas. Bonitas, pero sin estridencias. Paredes color crema, madera clara, cortinas de lino y mosaicos en el baño. En la Villa Mistinguett, un jacuzzi XXL te espera bajo las estrellas, con vistas a la bahía de Villefranche. ¿El lujo supremo? El silencio, la sensación de que el mundo se ha detenido. Sólo para ti.
La mesa como emoción
Por la noche, dirígete al Restaurante des Rois. Una estrella Michelin, sí, pero lejos del formalismo habitual. El chef Julien Roucheteau a veces viene a saludar a sus invitados en persona. Le gusta sorprender sin exagerar. Esa noche nos sirvió cigalas asadas con cítricos y un risotto con limón confitado. El pan está caliente, el vino frío, el mar espumoso. Las conversaciones se suavizan. El discreto servicio está perfectamente adaptado.
Al día siguiente, almorzamos en Vent Debout, el bistró chic frente a la piscina. Pedimos una ensalada Niçoise, un plato de dorada cruda con lima y una copa de rosado. Y después, la felicidad. La tarde pasa entre baños, siestas a la sombra y lectura en las tumbonas de piedra blanca. Nadie habla en voz alta. Todo el mundo parece haber comprendido que este lugar merece silencio.
Un oasis de bienestar de La Prairie
En el balneario, la bienvenida se da en voz baja. La luz es suave y las paredes de piedra blanca irradian una frescura relajante. Eliges un tratamiento antiedad La Prairie, y luego te entregas a una hora de masaje preciso, envolvente, casi medicinal. Después, te quedas en el jacuzzi, flotando suavemente, con la impresión de haberte reconciliado contigo misma. También hay un hammam, duchas sensoriales y una zona de tisanas… pero lo que realmente destaca es la rara sensación de no querer marcharte.
Un espíritu de la casa inimitable
Lo que hace única a La Réserve es el alma del lugar. Nada de estandarización, nada de marketing exagerado. Aquí, todo destila independencia y pasión por la auténtica hospitalidad. Nicole y Jean-Claude Delion, los propietarios, prestan atención personal a cada detalle. A veces los verás en los pasillos, sonrientes y atentos. El personal no cambia de un año para otro. Ni tampoco los clientes habituales. Puedes sentir que este lugar está vivo, que tiene memoria, y que te abre sus puertas con amabilidad.
¿Por qué deberías ir?
Porque te mereces dejar las maletas en un lugar que te haga sentir bien. Un lugar que cuide tanto del alma como del cuerpo. Porque un fin de semana aquí es un raro interludio: despertarte en albornoz frente al mar, desayunar bajo las adelfas, una copa de champán en el patio escuchando el piano. Y, sobre todo, esa sensación persistente cuando te vas: que por fin has encontrado tu lugar.
📍 5 boulevard du Maréchal Leclerc, 06310 Beaulieu-sur-Mer
📞 +33 (0)4 93 01 00 01
🌐 www.reservebeaulieu.fr
Ningún comentario
Publicar un comentario
Participa siempre en el respeto de la ley y de las personas.