Sabrina Carpenter sorprende con El mejor amigo del hombre: sátira pop y humor bien calculado

El álbum de Sabrina Carpenter es travieso, irreverente y musicalmente magistral. Un musical pop moderno por descubrir, incluso desde París.
Con Man’s Best Friend, Sabrina Carpenter demuestra que no es sólo la estrella emergente del pop comercial. Este séptimo álbum de estudio confirma un giro artístico inteligente y atrevido, donde el humor mordaz se une a una producción pulida. En colaboración con Jack Antonoff, Amy Allen y John Ryan, ofrece aquí una lectura satírica de las relaciones amorosas modernas, llevada por una narrativa tan picante como melódica.
Una comedia musical ambientada en la música disco y el sarcasmo
El mejor amigo del hombre se lee como una extravagante comedia romántica, a medio camino entre la screwball comedy de Hollywood y la experimentación pop de los 70. Carpenter examina los roles de género con una ironía deliberada, burlándose de los estereotipos a la vez que ofrece estribillos pegadizos. Desde la introducción con Manchild, el tono del álbum está claro: burlón pero nunca cínico, provocador pero siempre agudo.
Con aparente ligereza, aborda una cuestión esencial: «¿Por qué los hombres son tan… perdedores? Todo ello sobre un fondo de sintetizadores, coros vocales y ritmos retro, en una línea que a veces recuerda a ABBA, a veces a Fleetwood Mac, pero siempre con un toque muy personal.
Punzadas mordaces con una producción impecable como telón de fondo
El título Lágrimas resume la ambición del proyecto: mezclar sensualidad y sarcasmo, provocación y elegancia. Una línea como «Me mojo al pensar en ti… siendo un tipo responsable» da en el clavo, seguida de un eufórico estribillo disco al estilo de Donna Summer. Es absurdo, atrevido y perfectamente calibrado.
La misma estrategia se utiliza en My Man on Willpower, donde Carpenter invierte los papeles y se burla del puritanismo masculino con un raro sentido de la oportunidad cómica. Aquí también se nota la influencia de una serie como Fleabag: la autoburla, la lucidez, lo absurdo de las relaciones de género.
Pop exigente bajo el brillo
Lo que llama la atención, más allá de los chistes, es la calidad de la producción. Los temas incorporan instrumentos inesperados -sitar, clavinet, percusión tropical- sin caer nunca en un ejercicio de estilo. La canción que da título al disco, We Almost Broke Up Again Last Night, demuestra una sensibilidad musical similar a la de Broadway, con sus vuelos orquestales y sus meticulosas transiciones.
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